
La Double J: tesoros vintage
Esta tarde anda Constance algo revolucionada con este post titulado La Double J: tesoros vintage. Le encanta el vintage y más aun cuando quien lo lleva es J.J. Martin. Esta mujer, que ha trabajado como periodista para Harper’s Bazaar y The Wall Street Journal, se enamoró del vintage en los noventa (cuando trabajaba en Nueva York y ganaba muy poco dinero), a través de un amigo que la llevaba a visitar el mercado de pulgas de Chelsea. Tiene mucha paciencia para encontrar “tesoros”, se fija en los colores, en el corte, en los bordados y aplicaciones . . .
Tras vivir trece años en Milán decidió crear esta web: La Double J destinada a la venta de ropa vintage para todas aquellas mujeres que no tienen esa paciencia que se requiere para adquirir este tipo de piezas en mercados o tiendas físicas. Además, complementa la venta de ropa vintage con una línea propia de ropa más moderna pero que no pierde de vista ese aire retro. Los diseños que más aprecia para la venta de ropa vintage son los de Prada, Valentino y Stella McCartney. Para restarle monotonía a la venta on-line, ha creado en la misma web otra sección en la que escoge a una serie de mujeres que viven en Milán, que trabajan en diversos campos y a las que admira personalmente, y les realiza a cada una de ellas un reportaje con la ropa de su web. Cada sesión de fotos tiene lugar en sus casas o en lugares especiales de esta ciudad.
El vintage, me explica Constance, no deja de ser ese lado chic de la ropa de segunda mano. Pero, a pesar de todo, es algo más que ropa usada. Se trata de accesorios, prendas y complementos de otros tiempos, —desde los años veinte a los ochenta—, de diseñadores que han hecho historia. No, no vamos a enumerar una lista porque cualquier lector un poco aficionado a la moda puede imaginársela. Es otra forma, posiblemente mucho más estimulante de lo que parece, de vivir la moda. La moda y el vintage tienen en común esa revalorización constante de tendencias o estilos del pasado. Una pieza vintage, bien llevada, puede ser muy estilosa. Aunque no todo el mundo se deja enganchar por la fiebre del mercadillo (la mayor parte de las veces por falta de tiempo para andar detrás de una prenda determinada), existen muchas personas asiduas a esta forma de ampliar y complementar un vestuario.
Normalmente, quienes se encargan de viajar y comprar las prendas pieza a pieza son los dueños de las tiendas vintage bajo unas pautas de selección muy minuciosas. Los clientes de ropa vintage tienen edades que van desde los dieciocho a los setenta y cinco años. Por lo general, se trata de personas con mucho criterio a la hora de vestir que no se dejan llevar por las últimas tendencias. Las piezas que tienen más demanda son las de los años cincuenta, sesenta y setenta, y últimamente, los diseños de los años veinte y cuarenta son los más perseguidos.
No quiere cerrar Constance esta entrada sin un último consejo acerca del vintage: evitar el efecto abuelita y el efecto disfraz. No es necesario vestirse con prendas vintage de los pies a la cabeza como tampoco es preciso hacerlo de un diseñador actual determinado. Es mucho mejor actualizar una pieza retro combinándola con otra más moderna. No se trata de salir a la calle como si escapáramos de un retrato histórico, ni de reproducir el retrato de nuestra bisabuela por más nostálgicos que seamos (algo bastante común entre todos los amantes del vintage). Peinados y maquillajes actuales y sobre todo naturalidad. La galería de J.J. Martín que viene a continuación, nos puede dar una idea. Dice Constance que luce las prendas vintage como nadie.
¿Os gusta el vintage?
Buen inicio de semana.
Si os ha gustado el artículo, os damos las gracias por compartir.

Fotos: www.ladoublej.com www.lofitabc.com www.architecturaldigest.com
Que selección tan bonita! A mí que no me gustan mucho mis rodillas este tipo de vestidos largos me encantan 🙂
La verdad es que, además, son cómodos Lorena
Hola Laura: Me ha encantado la expresión ‘efecto abuelita’ jajaja. Bien llevado el vintage sí que me gusta, sobre todo las piezas de los sesenta. Algunas de las fotos, en las que detecto ligeras reminiscencias psicodélicas, me parecen divertidísimas. Un beso!
La verdad es que hay que saberlo llevar. A mí me emocionan esos peinados con ondas al agua estilo años treinta. Tengo
mucho peligro para llevarlo.