
Four Seasons: Florencia
Dice Constance que si el autor del Rojo y Negro se despertara en el hotel Four Seasons: Florencia, posiblemente, experimentaría un segundo “stendhalazo”. Danvers, por su parte, manifiesta que ya está harto de fotos, que lo que quiere él es ir a este hotel. “No le queda nada” piensa ella, riendo para sí misma. Es más, lo último que a ésta última se le puede ocurrir es comprobar el precio de una noche en una habitación del Four Seasons. Le basta con ver las fotos . . . a fin de cuentas : “soñar cuesta menos que una entrada en un cine”.
Situado en el corazón de Florencia, lo componen dos edificios históricos: uno del siglo XV; el Palazzo de della Gherardesca y otro del siglo XVI denominado el “Conventino” por haber sido convento en otros tiempos. Entre ambos edificios podemos pasear por el Giardino della Gherardesca, considerado por los florentinos uno de los más bellos espacios verdes de la ciudad.
No es difícil imaginar que todas las habitaciones contienen obras de arte. La restauración de este hotel se llevó a cabo con la supervisión del Ministerio de Bellas Artes y Cultura, la Superintendencia para el Patrimonio Histórico Artístico y el Departamento de Bellas Artes de las administraciones italiana y florentina.
En 1555 Alejandro de Medicci encargó a Jean Van de Straet, un artista de estilo manierista, los frescos Natividad y Oración que se pueden ver en la capilla de lo que fue el palacio, en la actualidad, transformada en biblioteca y salón de lectura. Baldassare Franceschini, en el siglo XVII, realizó trabajos para el palacio y en el siglo XVIII la familia Della Gherardesca encargó abundantes obras a Vincenzo Meucci o Giovanni Domenico Ferreti. En el siglo XIX el gusto se inclina más hacia el orientalismo: sólo hay que ver la recuperación de los empapelados con motivos chinescos (una de las pasiones de Constance) en la restauración de la “Chinesse Room”.
Las habitaciones diseñadas por Pierre-Ives Rochon se ajustan al estilo imperio; se han vestido con brocados y se han decorado con molduras de bronce y lámparas de cristal veneciano.
En el atrio porticado los frescos, bajorrelieves y paneles esgrafiados que decoran las paredes exteriores, son originales del siglo XV.
“Tú dichosa grité, por las felices/ Auras preñadas de vida, y por los torrentes/ Que desde sus collados a ti vierte el Apenino/ Dichosa de tu aire viste la Luna/ De luz límpida tus colinas/ Por vendimia jubilosas; y los valles/ Poblados de casas y olivares/ Mil flores al cielo mandan inciensos:/ Y tú primera, Florencia, oirás el poema”
Stendhal
El síndrome del viajero.
Fotos: @Llatipi