
Château du Fresne: Flore de Brantes
Tal y como indicamos en la conclusión de la última entrada del blog nos vamos al Château du Fresne, de estilo neoclásico y situado muy cerca de Tours. En 2016 la revista Architectural Digest publicó este reportaje con fotografías de François Halard. El Château du Fresne es propiedad de una galerista belga llamada Flore de Brantes. Si queréis echar un vistazo en su página web en ella encontraréis una mezcla muy poco usual de antigüedades del siglo XVIII y arte moderno.
Flor y su esposo administran esta propiedad (con granja incluida) de 1.400 acres. Este château data de 1770 y fue proyectado por Anatol Amoudru (un arquitecto local muy conocido por sus iglesias). Treinta años más tarde el château pasó a ser propiedad del general Pierre Perron. En 1914 la recibió en herencia el bisabuelo de Flore que se dedicó a toda su vida a cuidarla y se la dejó en herencia a Flore en 2007.
Desde entonces la pareja se ha dedicado a rehabilitar este castillo. Rehicieron los techos de pizarra para acabar con el problema de las goteras, actualizaron los baños y la electricidad e instalaron calefacción central.
El château está dividido en dos pabellones. Lo que ellos llaman «La casa grande»: que se utiliza para recibir a huéspedes y celebrar fiestas y un otro pabellón a pocos metros de distancia que utiliza la familia como residencia. Este pabellón fue rehabilitado en el siglo XIX por la bisabuela de Flore (Marguerite Schneider), porque no quería vivir en la casa principal con su suegra, según explica su nieta.
La decoración de Le Fresne requirió tanto trabajo como los dos edificios. Se limpiaron y restauraron las alfombras Savonniere y los tapices belgas del siglo XVIII; se reemplazaron las antiguas cortinas, los revestimientos de las paredes y se restauraron muchos muebles antiguos. En la actualidad han introducido algún elemento moderno en la decoración como es el caso de las palmeras doradas de estilo años 50 de la sala de billar que podremos contemplar en la galería de fotografías y que hemos elegido como imagen destacada de esta entrada.
El mantenimiento de este château requiere el trabajo de unos cincuenta empleados, sin embargo; los jardines sólo los trabajan el esposo de Flore y dos jardineros. El huerto de dos hectáreas y media es la pasión del esposo de Flor. Desde que el matrimonio se ocupó de esta casa ya se han plantado más de 11.000 robles. «Mi abuela plantó árboles y mi padre hizo lo mismo, sería una pena perder la tradición» dice su propietaria.
Abrimos la galería de fotografías con el gran salón del château. Atención a esta alfombra Carlos X Savonnerie y a los jarrones chinos del siglo XVIII adornados para este reportaje con flores del jardín:
Un retrato de Franz Xaver Winterhalter de una antepasada de Flor de Brantes (Louise Sauvage de Brantes) preside este ángulo de la sala de billar:
Brantes y su hijo en la escalera principal:
El Château de Le Fresne es obra del arquitecto Anatole Amoudru en 1770. Le Fresne fue adquirido por un antepasado de Flor de Brantes en 1805. A la izquierda está el pabellón donde vive Flor y a la derecha está la capilla donde fue bautizada:
En esta sala de estar un reloj de sol de pizarra del siglo XVIII ubicado sobre bloques de roble hace las veces de mesa de centro:
Un escritorio chinesco que data del año 1800 en esta habitación totalmente entelada:
En los espejos italianos con marcos de madera dorada podemos ver reflejados los antiguos tapices de este dormitorio que veremos en estas dos fotografías:
Situada frente a un tapiz del siglo XVIII, este lit à la polonaise está vestido con ropa de cama vintage D. Porthault (una firma textil de la que hablamos en esta entrada) y una colcha india:
Varios pabellones de piedra caliza dan entrada al camino principal:
Otro ángulo de la sala de billar. Las lámparas de metal con forma de palmeras de los años cincuenta flanquean un retrato familiar de época Imperio:
Dos tapices de François Boucher presiden el gran salón dorado; las sillas de estilo imperio están firmadas por Jacob-Desmalter: uno de los principales ebanistas del estilo Imperio:
Un jardín en el que podemos enontrar más de 40 variedades de dalias. Constance me comenta que a ella le cuesta mucho encontrarlas en su ciudad:
«¿Habéis visitado el Valle del Loira? Posiblemente sea (junto con las rutas de la Provenza) uno de esos viajes inolvidables en los que, además, podemos visitar castillos como el de estas fotografías. Al parecer, se pueden visitar entre 40 y 70. Antes deberíamos organizarnos y elegir lo que más ilusión nos hace» … me comenta Constance que ya está empezando a soñar.
Nos despedimos hasta la próxima entrada, esta vez dedicada a la fotografía de interiores (magnificas fotografías de un magnífico fotógrafo que nos las ha cedido amablemente). Se trata de interiores que recrean el pasado. No os la perdáis.
Feliz martes a todos.
Si os ha gustado la entrada, os damos las gracias por compartir.
Todas las fotografías
François Halard
Buenos días, Laura: La escalera principal es maravillosa (adoro los escalones bajitos), el reloj de pizarra curiosísimo y el escritorio chinesco… ¡qué te voy a contar! Espero con mucho interés el próximo post que ya nos anuncias y te deseo un feliz fin de semana. Un beso!
Hola Isa: no había caído en el detalle de la escalera y es cierto que los escalones bajos no pueden ser más cómodos. El reloj de pizarra es un sueño.
Un beso y buen fin de semana.
Una maravilla de chateau, tanto por fuera como por dentro… ¡Las tapicerías en rojo han captado toda nuestra atención!
Intrigadas nos has dejado con el próximo post, que no pensamos perdernos… Disfruta del fin de semana, Laura.
Un beso grande de las dos
J&Y
Todo lo que se diga es poco para describir tanta belleza de lejanas epocas.
Solo sorprendio que el cuidado tan esmerados de muebles se ve opacado por la despreocupacion propia de jovenes de tiempos modernos que se acomodan poniendo sus pies encima de la mesa de centro frente al sofa’.
Espero que esta observacion no sea tomada como una critica sino como una enseñanza sobre el respeto que merecen las obras de arte.